Hamlet y Rachel (cuento original 2022)
Hamlet era un noble inglés de baja alcurnia, es decir, un hidalgo, que se dedicaba al comercio en la Inglaterra del siglo XVII. Su negocio no iba del todo mal pero al no tener los suficientes privilegios de comercio poco podía hacer para expandir su negocio.
Rachel era su amada, era una campesina que vivía en el mismo pueblo, y que conocía desde su infancia, eran buenos amigos. Hamlet era un romántico y la tenía en un pedestal, pero se mostraba reacio a mostrar sus sentimientos con tal de no arruinar una amistad.
Rachel fue a visitar en un rato libre del campo el negocio de Hamlet para darle una sorpresa. Allí estaba Hamlet junto a su empleado vendiendo los productos.
-Hola Hamlet, ¿qué tal va la mañana?
-El negocio marcha, pero no podemos abrir otro, necesitamos licencias de la Corona, y no las quieren dar. Dijo Hamlet refunfuñando
-Bueno, mejores tiempos llegarán, eso espero. Dijo Rachel comprensiva
-Ojalá fuera tan optimista como tú Rachel, a veces pienso que nunca seré feliz. Dijo cabizbajo.
-La felicidad es algo que se encuentra en el día a día, te conozco y sé que en el fondo lo sabes. Dijo Rachel con una sonrisa.
-Ya… Debo dar lo mejor de mí para conseguirlo ¿verdad?. Preguntó Hamlet.
-No hace falta ser perfecto para ser feliz, la imperfección muchas veces es más feliz, y se puede ser ambicioso como eres tú sin faltar a ese principio, todo guarda un equilibrio. Afirmó Rachel.
-Me encantan tus palabras, siempre me sientan bien. Dijo Hamlet algo emocionado.
Rachel siguió por el mercado en busca de herramientas para su campo, y encontró un negocio muy indicado que fabricaba herramientas de bastante calidad a bajo precio, era propiedad de un burgués comerciante que no disponía de ningún privilegio pero que había levantado una tienda de herramientas competitiva. Compró las herramientas y fue a su campo a ver si aumentaba el rendimiento en la recolección de los cultivos, que estaban en la época de ser recogidos y almacenados.
Allí estaba su padre, un honrado campesino que llevaba trabajando la tierra 30 años.
-En mis tiempos no había tanto comercio, ni tantos medios. Explicó Christian (su padre)
-Los tiempos cambian, y el mundo avanza, hay que mantener la esperanza. Dijo Rachel, con un rostro de felicidad.
-Adoro tu optimismo Rachel, siempre me sacas una sonrisa. Dijo feliz el padre
-Claro, eres mi padre y te quiero. Dijo riéndose.
Hamlet, estaba en su casa después de vender el género, y planeaba que hacer al día siguiente para seguir vendiendo, estaba ensimismado en su negocio, ya que, de vez cuando aparecía Rachel. Quería que ella viera como conseguía cosas para su negocio, y como todo marchaba, todo menos interactuar directamente con ella por miedo.
Había gastado bastante dinero de sus ahorros en grandes productos de los nuevos mercados para así demostrar lo mucho que le importaba su negocio y lo bien que le iba.
Sin embargo, las ventas seguían igual, había hecho una importante inversión para vender lo mismo. Entonces, tuvo una idea, consultaría al famoso burgués que vendía herramientas para que le ayudase.
-Hola, ¿Eres Richard? Preguntó Hamlet
-Sí, soy yo.
-Vengo a pedirte información y consejo. Dijo Hamlet.
-Estoy dispuesto a ayudarte, eres una persona bastante conocida y necesaria en este pueblo. Respondió Richard.
-Me halagas. Bueno, pues lo que necesito saber es como abrir otro negocio, los permisos me tardarían una eternidad, está muy restringido. Dijo Hamlet.
-Debes hacer como yo, abrir el primer negocio aquí como ya lo tienes, y el segundo en la ciudad, que allí hay otra legislación y podrías abrirlo sin ningún trámite costoso. Respondió Richard.
-Ajá, no lo sabía, eso haré. Muchísimas gracias. Se despidió Hamlet.
Mientras tanto Rachel se pasaba por el mercado para vender a los comerciantes los excedentes de su cosecha, se dio cuenta de que Hamlet no estaba, y preguntó a su empleado que donde había ido. Este le dijo que a abrir otro negocio a la ciudad.
Rachel pensó que era algo muy precipitado porque debería haber esperado a recuperarse de la última inversión, si el negocio iba mal podría perder bastante de lo que había conseguido.
Hamlet estaba otra vez ensimismado en su mundo de ambición, y aumentó su carga de trabajo hasta niveles de estrés elevados, nada podía salir mal, o le costaría muy caro. Una vez abierto el negocio en la ciudad la cosa parecía marchar bien, vendía lo necesario para mantenerlo a flote aunque no lo sufciente como para poder permitirse otro empleado más, debía de trabajar más si quería mantener dos negocios, el estrés crecía y crecía.
Hamlet volvió al pueblo a por unos documentos legales y vio a Rachel que se acercó preocupada.
-Hamlet, deberías darte un descanso el negocio ya está abierto, y has conseguido algunos clientes, puedes parar una temporada y dedicarlo a tí. Dijo Rachel expresando su preocupación.
-¿Qué? Bueno, no lo sé, no estoy seguro, si sale de tí, lo consideraré, siempre sacas lo mejor de mí. Respondió Hamlet con una sonrisa.
-Me alegra que me escuches, estaba muy preocupada. Dijo Rachel aliviada
-Creo que te haré caso y volveré a la rutina de mi primer negocio, y cuando haya recuperado fuerzas y ahorros, probar en mi segundo negocio, no creo que tarde tampoco tanto en eso. Respondió Hamlet
-Tú siempre así, no cambiarás. Dijo Rachel algo sarcástica.
-¿Está mal eso? Preguntó Hamlet.
-No, para nada, está bien así. Respondió Rachel.
Rachel contenta por Hamlet lo invitó a la taberna, a lo que él respondió con un sí muy entusiasmado. Hamlet no sabía si era el momento adecuado para declarar sus sentimientos así que dejó que se desarrollara un poco el encuentro.
-Estoy muy cómoda contigo Hamlet, qué bien lo pasamos.
-Sí, siempre hemos sido buenos amigos. Respondió Hamlet.
Rachel no respondió y lo que hizo fue poner un rostro por la ternura que estaba sintiendo.
Hamlet, se percató y se puso muy sonrojado, parecía algo nervioso.
-Rachel, tengo que decirte algo…
-Dime Hamlet. Dijo expectante.
-Yo...yo...yo te quiero…
-¡Vaya!¡Ya lo sabía Hamlet!¡Eres muy valiente!
-¿Entonces tú me quieres? Preguntó Hamlet.
-Claro que te quiero, tenemos una amistad muy duradera, no tengas prisa Hamlet, deja que todo se desarrolle con tiempo.
-Va...vale, yo...yo soy un caballero y el tiempo invertido en tí, siempre será algo valioso…
-Hamlet, de verdad me encantas.
Ante este piropo Hamlet se sonrojó notoriamente y echó alguna lágrima, un hombre que al que siempre le había costado expresar lo que sentía empezaba a abrir su corazón.
Hamlet supo caballerosamente respetar los tiempos de Rachel, hasta que finalmente se hicieron pareja, y vivieron una vida de ensueño comerciando y cultivando.